miércoles, 24 de octubre de 2012

LA HISTORIA QUE SE DEBE SABER...

La historia del soldado que se convirtió en mujer

 
 
 
 

Mientras dormía, sintió que un soldado deslizaba la mano por su espalda hasta colocarla en la parte superior del pantalón. Ciro Velasco se despertó, intentó dar media vuelta para lanzar un puñetazo pero el soldado lo retuvo con todo el peso del cuerpo, le tapó la boca con una mano, y con la otra le empezó a bajar la bragueta. Ciro intentó gritar. Buscó en medio de la oscuridad algo con qué defenderse, pero sólo halló polvo en el suelo.

Después de descargar las ganas contenidas, el soldado se levantó y caminó unos metros hasta desvanecerse en la penumbra. Ciro no fue capaz de decir nada. Sentía miedo. Se cubrió el rostro y empezó a llorar. No podía escapar, estaba secuestrado con ochenta soldados y policías en un ‘cambuche’ de madera rodeado de cercas de tres metros de altura construidas con alambres de púas.

Ciro convertido en mujer, un cambio físico impresionante.

Al siguiente día no comió. Vio cómo los guerrilleros disponían las ollas que contenían lentejas y arroz. Vio a sus compañeros de cautiverio hacer fila con el plato en la mano para recibir su ración. El agresor se reía con otros compañeros. Se sintió humillado al pensar que se estaban burlando de él.

Ciro, que ahora es Sandra, suspende el relato. Toma de una repisa de mimbre un paquete de cigarrillos y se lleva uno a los labios. Es el séptimo cigarrillo de la tarde.

–Tú no me entiendes. Nadie me entiende; sólo los que vivimos sabemos cómo es eso. Es el infierno… En los tres años de secuestro dormíamos con la ropa mojada. Siempre sentíamos frío. Teníamos hambre y la mayor parte del tiempo estábamos enfermos de gripa, paludismo o leishmaniasis. Aparte de todo, por la falta de mujeres en el campamento, los soldados y policías desfogaban las ganas de sexo entre ellos, delante de todos, porque la casita no tenía separadores de nada. Entonces los que podían estar con alguien antojaban a los demás y así fue que más de uno terminó violado.

El humo inunda el cuarto de Sandra. En el suelo de baldosines marrones reposan las colillas quemadas. Las paredes están cubiertas de fotos de su hija Nancy, de dos hombres que fueron sus amantes, y de ella vestida con minifaldas de la época en que le tocó trabajar como prostituta en Yopal. La cama tiene un tendido rojo y el ventanal está cubierto con una capa de lluvia de estampado militar, el único objeto que conserva de su paso por el ejército.

Antes de ser Sandra y de prestar servicio, Ciro tenía una novia veinte años mayor que él. A pesar de la diferencia de edad, él la amaba. Nunca pensó en tener algo con alguien de su propio género. Hoy en día lo jura con una cruz en la boca. Dice que si no la hubieran secuestrado quizá sería un hombre casado, con más hijos y condecoraciones militares.

En 1995, cuando tenía 16 años, nació su hija, Nancy Edith Velasco. Ciro abandonó el hogar materno y se fue a vivir con su novia. Ante una nueva familia y sin dinero para la comida, recorrió las calles en busca de trabajo. Por ser menor de edad, nadie lo contrataba. Al cumplir 18 años tampoco lo empleaban porque no tenía libreta militar. En 1997 se enlistó en el ejército. Estuvo en San José del Guaviare, de allí lo trasladaron a Elvira, en el Meta, y a finales de julio de 1998 lo llevaron con un pelotón de más de treinta hombres a Miraflores, Guaviare. Antes de partir, se despidió de su novia. Ese día, por última vez, besó con pasión a una mujer.

Partió con la mochila de soldado, las botas puestas y el pelo cortado al ras. Ciro le prometió que volvería pero no pudo cumplir su promesa. Nunca regresó. Su hombría se quedó en el monte y cuando lo liberaron en 2001, se había convertido en Sandra.

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El 3 de agosto de 1998, cuando el presidente Ernesto Samper preparaba maletas para abandonar la Casa de Nariño y Andrés Pastrana estaba por llegar al palacio presidencial para gobernar al país, el soldado Ciro Alfonso Velasco patrullaba en el monte con otros siete compañeros. Él recuerda que caminaban sin linternas para no alertar a la guerrilla de las Farc que amenaza con tomarse el pueblo. Escondido entre la maleza alcanzaba a ver las luces de Miraflores, considerado en esa época el epicentro de la lucha contra las drogas en Colombia.

A las ocho de la noche una explosión rompió el silencio. Más de 600 guerrilleros se tomaron el batallón y la base antinarcóticos. Doscientos soldados, que eran todos los que había en el casco urbano y rural, gastaron sus municiones tratando de impedir el paso de las Farc. La diferencia de hombres era de tres a uno. Los guerrilleros aventajaban al Ejército.

Después del estallido siguió una balacera que parecía provenir de todas partes. Ciro quedó aturdido y miró hacia todos lados buscando al enemigo. Cuando ya pudo controlar los nervios se arrojó al suelo, se arrastró hasta una piedra y espero con un ojo en la mira de su fusil y el dedo rozando el gatillo.

Una patada en el costado fue el aviso para darse cuenta de que el enemigo estaba más cerca de lo que pensaba. Al voltear la cara, vio a un guerrillero apuntándole con un arma. Cerró los ojos en espera de una descarga que le destrozara la cabeza. No ocurrió. El guerrillero le ordenó que se pusiera de pie. Tuvo que apoyarse con las manos. Sentía que sus piernas estaban tan flojas como dos madejas de hilo. El guerrillero lo levantó por el cuello del uniforme y lo arrió hasta una fila en la que estaban varios de los compañeros con que patrullaba, y otros que se hallaban en el pueblo. Pensaba que los guerrilleros buscaban el mejor sitio para darles el tiro de gracia. En medio de la maleza, veía soldados mutilados, cuerpos inertes, botas abandonadas y ropa despedazada. Ningunos de los muertos tenía más de 23 años.

En la madrugada llegaron a un río. Allí había media docena de lanchas tripuladas por guerrilleros. En una de ellas subieron a Ciro y a otros soldados. Navegaron durante 24 horas contracorriente hasta llegar a una selva oscura y húmeda llena de serpientes, monos aulladores, arañas y mosquitos. Caminaron tres días más hasta llegar al campamento guerrillero. Allí los encerraron en el ‘cambuche’ de madera cercado con alambre de púas.

El tiempo pasaba en una sucesión de soles y lunas. Cada día parecía la repetición del anterior como si el tiempo se hubiera estancado y los ochenta secuestrados estuvieran condenados a repetir las mismas acciones por el resto de sus vidas. Para ellos el tiempo se manifestaba cada vez que les crecían las uñas, el cabello y la barba. A Ciro Velasco no le creció la barba pero el pelo le llegaba a la mitad de la espalda. Por la falta de comida adelgazó. Su voz era la más suave entre todos los hombres. Cuando entró al Ejército, los superiores le daban cucharadas de panela con ají para que hablara con un tono más grave. El remedio no surtió efecto. Parecía una mujer en medio de hombres. Era el más delgado, el más vulnerable.

–Era fácil que los ‘mancitos’ me cogieran por detrás y tenga, Ya te imaginarás cómo.

Sandra lanza una colilla encendida que cae a los pies de su cama. Toma otro cigarrillo y saca de un armario un álbum de fotos.

–Mira. Aquí estoy cuando era soldado. ¿Verdad que era guapo?

En la foto aparece con el pelo corto y camuflado militar. Era un joven de rasgos finos y cejas pobladas que se unían a la altura de la nariz. Ciro sólo se parece a Sandra en los hoyitos que se le forman en las mejillas cada vez que ríe. Las cejas pobladas fueron reemplazadas por dos líneas tatuadas sobre los ojos. El pelo le llega a los hombros y sus tetillas de joven ahora son un par de senos de casi una libra cada uno. Sandra es más femenina que muchas mujeres. Se sienta con las piernas cruzadas y procura no abrirlas en público. Mantiene erguida la espalda y mueve sus manos con delicadeza al hablar.

-Me violaron, pero después pagaron todos los que me hicieron daño. Después de esa noche en que el soldado me cogió a la fuerza, un año después de la toma a Miraflores, llegaron otros pidiendo lo mismo: sexo, y como yo no accedía me cogían a golpes, me mostraban el miembro y me obligaban hacer aquello…Pero yo no fui la única que me ‘voltee’ en el monte, muchos se voltearon y ahora andan diciendo que yo era la única. Cómo no va a saber una que tenía que ver todas las faenas. Es que yo sí puse la cara y afronté mi vida.

Los diez primeros meses después de la violación, los compañeros le gritaban en el día que era una loca, una degenerada, un travesti o un marica. Los mismos que lo insultaban llegaban en las noches a buscar su cuerpo. Una docena de veces tuvo que recurrir a los puños para defenderse de los agresores. Le partieron una ceja. Desesperado por el acoso, llegó a suplicarle a los guerrilleros que lo encadenaran a un árbol lejos de todos. Inclusive pensó en suicidarse, pero no fue capaz porque sabía que no podía hacer eso por su hija.

-Allá vendí mi cuerpo por protección. Tenía un amiguito que me quería en la intimidad. Era de los pocos que me trataban bonito. Pero durante el día leía la Biblia, no me ponía cuidado y no me defendía de las groserías. Si me pegaban se quedaba tranquilo. Luego llegó un ‘mancito’ que todo el mundo respetaba y me pidió que estuviera con él. Yo sabía que si todo el mundo se daba cuenta de que yo estaba respaldada por el ‘duro’, me iban a tratar mejor. Así fue hasta que este tipo me vio hablando con otro soldado y me pegó un bofetón en la cara.

Ciro Velasco se acostumbró a ser la mujer de los secuestrados. Andaba con el pelo suelto, empezó a caminar contoneando las caderas y cada vez que la guerrilla le daba ropa al grupo, él cortaba las camisas y pantalones con una cuchilla de afeitar, y cosía con una aguja e hilo negro que le proporcionaron los guerrilleros. Todos lo empezaron a llamar Sandra y a tratarla como mujer. Ella no sabe de dónde salió el nombre, pero lo sigue manteniendo como una forma de recordar para siempre su cambio de vida.

Medio año antes de su liberación, los soldados se disputaban el amor y la exclusividad de Sandra. Más de diez hombres, entre policías y soldados, le escribieron cartas, se le arrodillaron y lloraron reclamándole fidelidad. Ciro, convertido en ‘ella’, se volvió un trofeo para los hombres.

Se enamoraron de mí. Por Dios Santísimo que rompí varios corazones. Ellos se me arrodillaban, me besaban con amor, me decían que me amaban con locura. Para ese momento ya no me importaban. Ellos no saben el daño que me hicieron pero logré vengarme. Bien merecido todo lo que los hice sufrir.

Mientras Sandra rechazaba propuestas de amor y cosía hasta que los ojos se le cansaban en el ocaso del día, en San Vicente del Caguán, Caquetá, se estaba fraguando su liberación. En febrero de 2001, en la vereda Los Pozos, a 20 kilómetros de San Vicente, el presidente Andrés Pastrana se reunió con el jefe guerrillero Manuel Marulanda Vélez para firmar el Acuerdo de Los Pozos, que establecía el intercambio humanitario entre secuestrados por prisioneros de la guerrilla. Marulanda y Pastrana se dieron un apretón de manos. Los medios de comunicación de todo el mundo registraban la sonrisa de los protagonistas del acuerdo.

Cuatro meses después, un guerrillero se acercó al ‘cambuche’ y empezó a señalar a varios soldados al azar. Sandra vio que el dedo la apuntaba. Quedó desconcertada. Por primera vez en tres años logró salir de la prisión selvática. Fueron 15 los afortunados. En junio, en el mismo lugar donde se firmó el acuerdo entre el gobierno y las Farc, Sandra, que quiso salir como Ciro, volvió a la libertad.

Ella recuerda que días antes de la liberación le pidió a un guerrillero que lo peluqueara. No quería que su familia se enterara del cambió que había sufrido en el cautiverio. Lloró sobre su cabello arrancado y pensó que sin el pelo las cosas cambiarían. Intentó dejar atrás su vida como Sandra, enterrarla en el monte y regresar como el hombre que se fue.

Un beso le señaló que todo era diferente. Que quien estaba enterrado en el monte no era Sandra sino Ciro. Al sentir el contacto de los labios de la novia que lo esperó durante tres años, no sintió nada. Pensó que el amor se había acabado e intentó probar con otras mujeres. Ninguna lograba excitarlo. Terminó con la madre de su hija y se fue a vivir a la casa paterna.

Mientras vivía con su familia notó que sus gestos eran diferentes. En el comedor cruzaba las piernas como una señorita y medía cada bocado que se echaba a la boca. Sus tres hermanos, por el contrario, comían de cualquier manera, con las piernas abiertas y sendos cucharones. Su madre empezó a pensar que había algo extraño en el hijo liberado.

Para no seguir levantando sospechas en la familia, Ciro se tatuó un nombre de mujer en el antebrazo, ‘Luzmery’. Siempre andaba con el tatuaje descubierto para contar que estaba enamorado de una novia que nadie conoció. Viendo que los temores sobre su sexualidad se agudizaban en el hogar, resolvió marcharse y dejar salir de su interior a la mujer que clamaba por salir.

Se fue a vivir a una habitación arrendada en la localidad de Bosa. Sin el menor recato empezó a maquillarse. Le gustaba quedarse frente al espejo aplicándose labiales, lápices, sombras. Esos primeros días de Sandra en la ciudad fueron como los de una preadolescente que está empezando a vivir. Iba a las tiendas de ropa de Chapinero para medirse pantalones, blusas, chaquetas. Cuando empezó a ganar dinero trabajando como ‘dama de compañía’ en un local de Teusaquillo, lo primero que compró fue un juego de ropa interior color rojo. Para dar una apariencia femenina, rellenaba los sostenes con medias. En más de una ocasión los clientes se quedaron con el relleno en la mano.

Sandra recurrió a una amiga travesti para que le consiguiera tres litros de una solución salina que reemplaza los implantes de silicona. Pagó 400.000 por cada litro. Se inyectó dos en los senos y uno en el trasero. Gracias a estos cambios, los clientes empezaron a pagar mejor. Se convirtió en una de las divas del lugar, en una de las mejor pagas. Más adelante trabajó en un club nocturno en Chapinero y luego viajó a Yopal, Casanare, para seguir explotando sus atributos.

Cuando habla, se mueven sus senos por debajo de una camisa escotada de color negro con brillantes. En el pecho sobresale el tatuaje de una sirena rodeada de fuego montada en un delfín.

-El tatuaje no significa nada, es que me lo hice para cubrir una cicatriz ¿ves?- acerca el cuerpo para mostrar lo que hay debajo del dibujo.

-Es que me clavaron cinco puñaladas en el pecho y un cuchillazo en la garganta. Eso parecía de terror. Yo apenas trataba de ponerme la mano en el cuello… ¿Si has visto esa película en donde un asesino coge a puñaladas a una chica?, pues así fue. Sandra cierra la mano y la agita en el aire varias veces para revivir la escena.

Imagínate que entré a dos ‘mancitos’ a la casa para tomarnos unos guaros. Me pidieron que les mostrara fotos de mi familia y yo como una boba les pasé el álbum. En una de las páginas tenía guardados 500.000 pesos. ¡A esos hombres se les fueron los ojos! Seguimos hablando un rato más y luego uno sacó un cuchillo y empezó a enterrármelo como desesperado. Al final me quería rematar cortándome la garganta. El otro sacó mi platica y se fueron. En el Hospital Militar me dijeron que mis senos me habían salvado de morir.

En 2007, un año después de salir del hospital recibió una llamada a su celular. Era la mamá de Nancy, la hija de los dos. Su voz era apagada y lejana. Le dijo que se estaba muriendo. Sandra le quería preguntar detalles de la enfermedad, pero la mujer solo le dijo que no tenía tiempo para hablar de eso. La llamada era para suplicarle que a su muerte se hiciera cargo de la niña, porque a pesar de la decepción que le causó enterarse de que era travesti, podía ser una buena madre. Le recomendó que luchara por la niña, que la sacara adelante y que viviera con ella. Sandra se puso a llorar.

El entierro fue en La Belleza, un pueblo campesino al sur de Santander. No alcanzó a llegar a despedirse de la única mujer que había amado. Días más tarde tomó un bus y visitó la tumba. Venía a cumplirle la promesa de llevarse a la hija a Bogotá.

Desde que se bajó del campero que hacía los expresos desde Puente Nacional hasta La Belleza, sintió varias miradas. Pensó en devolverse. Por unos instantes se sintió avergonzada pero después de unos segundos recobró la fortaleza. Levantó los ojos para retar las miradas y, con el contoneo aprendido en el secuestro, caminó por las calles. Las casas seguían iguales, los viejos eran más viejos, y los amigos que compartieron su infancia ya eran unos hombres. Sus ojos maquillados con pestañina se inundaron de lágrimas negras ante el recuerdo. Sentía que estaba purgando su dolor. Recogiendo los pasos de su vida y de su transformación.

Al girar la cabeza para contemplar todo el escenario de sus primeros años, vio que la seguía una procesión de más de medio centenar de personas que apostaban por adivinar su identidad. No le importó lo que murmuraban. Fue directo a la casa de su ex suegra y golpeó varias veces la puerta. La señora abrió. Vestía de luto. Detrás ella venía corriendo una niña de doce años que se le colgó en el cuello exclamando “Hola papá”.

Al regresar a Bogotá sostenía sobre sus piernas a Nancy, su hija. Para Sandra fue el día más feliz de su vida. Quería que ese trayecto fuera tan eterno como el cautiverio.

Hablaron poco. Sandra no sabía qué decir. Estaba nerviosa. Durante los últimos años había vivido rodeada de hombres, de rumba y de licor. Le preguntó a la niña todo el camino si estaba bien, si tenía hambre, si tenía frío. En la cabeza de la nueva madre resuena el único diálogo que sostuvieron en el camino.

-Papá, ¿puedo dejar de llamarte papá?

-Claro, como me quieras decir.

Quiero llamarte Sandra, es que me siento mal diciéndote papá. Pero no te preocupes, tú sabes que te quiero.

Llevan cuatro años viviendo juntas en el sur de Bogotá. Después de una tutela que interpuso en contra del Estado logró una pensión por invalidez de 750.000 pesos y tiene una demanda pendiente para que el Estado la indemnice. Hace 10 años recibió una primera indemnización de 7 millones de pesos, pero cuando ganó la tutela se la descontaron de la pensión. Sandra está mal de salud. Sus senos están irritados al igual que las nalgas. La EPS a la que está afiliada dice que no la pueden atender porque no cubren tratamientos estéticos. Ella se siente desprotegida.

Nancy escucha desde una silla de la entrada del cuarto el relato de su padre-madre. A veces asiente con la cabeza, a veces abre los ojos. En toda la conversación permanece callada, solo se ausenta cuando Sandra le pide ir a la tienda para comprar un ponqué, una gaseosa o varios cigarrillos. En una de las ausencias de la hija suelta un suspiro. “He llorado demasiado. Tú no sabes cuánto. Todo me ha tocado aprenderlo a los golpes. Ahora quiero enseñarle a Nancy que sea una verdadera mujer. No quiera que viva ni la mitad de lo que me tocó a mí”.

Distrito busca sanción para patrullero por agresión a periodista de El Tiempo

El secretario de Gobierno de Bogotá, Guillermo Asprilla, expresó que lo sucedido entre el patrullero y la periodista es un acto realmente condenable.

Este martes durante el choque de dos articulados de TransMilenio en la autopista norte con calle 132 la periodista grafica del periódico El Tiempo, Ana María García sufrió una agresión por parte de un patrullero de la Policía.

El secretario de Gobierno de Bogotá, Guillermo Asprilla, expresó que lo sucedido entre el patrullero y la periodista es un acto realmente condenable.
“Es un comportamiento totalmente repudiable por parte del agente que realizó dichos hechos.”, indicó el secretario.

“El Distrito le solicitó al General Luis Eduardo Martínez diligencia en investigación y sanción a la conducta que es reprochable”, agregó Asprilla.

A pesar que la Policía Nacional pidió disculpas a través del General Luis Eduardo Martínez, se busca que se le imponga sanción al patrullero.

Gabriel García Márquez sobre periodismo


Foto: Google.com


El vínculo de Gabriel García Márquez con la escritura y el periodismo siempre fue inseparable, tanto que dejó sus estudios de derecho para dedicar su vida al mundo de las letras y la información.
En su afán por estimular las vocaciones, la ética y la buena narración en el periodismo, el querido “Gabo”, como es conocido, impulsó La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) en 1994, cuya sede fue establecida en Cartagena de Indias, Colombia.
Asimismo, Gabo siempre resaltó la labor del periodista, un ejemplo de ello son las siguientes diez frases célebres. La mayor parte de éstas, pertenecen a un discurso pronunciado ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, celebrada en Los Angeles (Estados Unidos), el 7 de octubre de 1996.
Sólo las dos primeras citas están extraídas de otro contexto, la entrega de los premios de su Fundación en Monterrey (México), en septiembre de 2008.
“Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”
“Como los periodistas sufríamos tanto, teníamos que emborracharnos todos los días”
“El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”
“Los periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro”
“Actualmente las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores”
“La prisa y la restricción del espacio ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella”
“El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal”
“La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista”
“El infortunio de las facultades de Comunicación es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”
“La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”

NO SE DEBE OLVIDAR EL SER PERIODISTA... FRASES... QUE INSPIRAN...

Ryszard Kapuscinski: ”Para ejecer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias“.
 
Eugenio María de Hostos: “El periodismo no es en esencia una fuerza privativa, como la han hecho en realidad. Es una fuerza expansiva y comprensiva, que debe extenderse a todo y abarcarlo todo en el sentido de la verdad, del bien, de la libertad y de la justicia”.
 
Alejo Carpentier: “El periodismo es una maravillosa escuela de la vida“.
 
Francisco Zarco: “No escribas como periodista lo que no puedas sostener como hombre“.
 
Arthur Miller: “Un buen periódico, supongo, es una nación hablando consigo misma“.
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, 22 de julio de 2012

¡Hoy es el inicio de un nuevo mañana!


LIGA DE FÚTBOL DE BOGOTÁ

SELECCIÓN JUVENIL DE BOGOTÁ FINALIZA SU PARTICIPACIÓN EN LA GOTHIA CUP

Después de demostrar un nivel futbolístico más que sobresaliente en el viejo continente, la Selección Juvenil término su pasó por la Gothia Cup 2012, tras caer 2 goles a 1 con un equipo local, el IF-Elfsborg de Suecia.

De esta forma la selección capitalina, logró ubicarse en el puesto 8 de la categoría B18, que reunió a 146 equipos procedentes de diferentes partes del mundo. A pesar de la derrota, el profesor Wolfang Melo destacó la participación capitalina positiva para el crecimiento del balompié local. Señaló que por los resultados, el equipo siempre buscó ganar y agrego que participar contra equipos tan bravos como los suecos, franceses, alemanes y noruegos, resultaron de suma importancia para el conjunto nacional, por la experiencia adquirida.



Foto: Selección Juvenil

CIUDAD Y CULTURA URBANA


La ciudad se ha convertido en el escenario principal de la vida humana en los últimos siglos, y al parecer su importancia seguirá creciendo cada vez más en las décadas por venir.
Las calles, esquinas, casas, edificios, parques y plazas de las ciudades, son escenarios en los que transcurre la mayor parte de las vidas humanas, ya sea que se viva en una gran ciudad, en una mediana, o en un pequeño casco urbano.
Pero, ¿qué es la ciudad? ¿Un gran punto de encuentro? ¿El sitio donde se concentra casi toda la información del mundo de hoy? ¿El lugar en el que se concentran oportunidades educativas y posibilidades para obtener mejores niveles de vida? ¿Un conjunto de avenidas y construcciones atestadas de vehículos y de gentes? La ciudad es todo eso y mucho más, pero en esencia, es el lugar en el que se tratan y deciden los problemas públicos, y el espacio desde el cual se ejerce el poder político, económico y espiritual de regiones, naciones y continentes. Esas funciones le dan a la urbe una fuerza de atracción enorme, gracias a la cual se ha convertido en una gran fábrica de bienes y servicios, arte y cultura, inventos y pensamientos. Es por eso que en la ciudad se desarrollan relaciones sociales de forma más frecuente y diversa que en cualquier otro lugar que podamos imaginar.
La ciudad aparece cuando la especie humana se hace permanente y construye un espacio estable desde el cual organizar su actividad. Las ciudades ejercen su influencia sobre provincias, regiones y naciones, y se convierten en centros acumulativos y distributivos de todo tipo de bienes, y en espacios para la toma de decisiones que afectan a personas que viven dentro y fuera de sus límites.
También reúnen, tarde o temprano, los símbolos y los ritos de las distintas formas de poder. El gobernante y sus ejércitos, la riqueza y el saber, los templos, los dioses y sus sacerdotes, tendrán como escenario privilegiado la ciudad. Y ello explica, en buena medida, el temor de respeto o el odio concentrado, la dicha arrolladora o la negativa incontenible, con que los seres humanos hemos pronunciado a lo largo de nuestra breve historia, palabras como Alejandría, Babilonia, Roma, Berlín, Moscú, Nueva York, Londres, Constantinopla, Washington, La Habana, Bogotá o Barranquilla.


foto: google.

De todo lo anterior se desprende la importancia de investigar y comprender las ciudades, tema por lo demás apasionante y hermoso. Pero la ciudad se puede analizar de muy diversas maneras: en su dinámica económica, en sus aspectos demográficos, en la cantidad y calidad de sus servicios públicos, en su producción arquitectónica, etc.
La ciudad como escenario cultural, esto es, como escenario de relaciones sociales mediadas por sistemas de valores que determinan la forma como los habitantes se encuentran o desencuentran con el espacio y los bienes públicos, y con sus semejantes.
Es importante el hecho de que la ciudad es habitada por múltiples formas de pensar, diversas creencias, posturas morales, pasiones, ideologías y gustos, lo cual la hace altamente heterogénea donde prima una cierta homogeneidad de creencias y valores en la ciudad, la diversidad puede llegar a ser casi infinita.

Por eso se suele decir que la ciudad es, por excelencia, el escenario de las diferencias, y por tanto un lugar poco propicio para identidades consistentes. En la convivencia de esas enormes diferencias, las ciudades han encontrado un potente motor para su desarrollo, y un detonante de su empuje y vitalidad. En buena medida, es la diversidad lo que le permite a la ciudad desarrollar infinidad de actividades de manera simultánea, y ofrecer tres, cinco, diez, o más formas posibles de satisfacer una misma demanda o necesidad. Y por lo general, en toda gran ciudad habitan de forma permanente personas de distintas regiones, nacionalidades, idiomas y culturas. Si Bogotá es la ciudad de todas las regiones de Colombia, Nueva York, por ejemplo, es la ciudad de todas las nacionalidades y religiones del mundo.

Pero quizá el más hermoso de las ciudades es que brindan la posibilidad de construir el componente en medio de la diversidad, lo cual es un rasgo propio de la cultura urbana. En efecto, en medio del gigantesco repertorio de formas de sentir, actuar y pensar, existe la posibilidad de tener mecanismo en torno a aspectos como los siguientes:
Las normas que todos deben observar para usar los bienes colectivos que hay en la casa común que es la ciudad. Por ejemplo, cómo usar los espacios públicos (esas salas y pasillos de la casa común), comportamientos para respetar los códigos y señales que orientan las circulaciones y velocidades de vehículos y peatones, cómo usar y cuidar los muebles que adornan y ayudan al buen funcionamiento de esa casa (canecas, bancas, paraderos, postes de luz), o cómo preservar el material vegetal y el medio ambiente urbanos.

La valoración de elementos simbólicos que identifican colectivamente a los pobladores y que se tornan en distintivos especiales de cada ciudad. Por ejemplo, el Parque Central, o el Puente de Brooklyn en Nueva York; los Campos Elíseos, o la Torre Eiffel en París; el Metro, o el Cerro Nutibara en Medellín; Transmilenio y el Parque Simón Bolívar en Bogotá.
El tipo de ciudad que se quiere construir, es decir, cuál es la casa común que se quiere tener para el futuro, estableciendo acuerdos sobre aspectos como los niveles y tipos de participación, que se entiende en la ciudad por justicia social, el tipo y la calidad de espacios públicos, los elementos ambientales a preservar, la forma cómo se deben distribuir, organizar y reglamentar las actividades residenciales, comerciales, institucionales, e industriales.
Lo más interesante es que coincidir en aspectos como los mencionados, no significa dejar de ser distintos. Por el contrario, significa precisamente que siendo diferentes podemos compartir unas valoraciones que cobijan diversas formas de ser. Al fin y al cabo, solo se verifica el intercambio y el diálogo entre diferentes, pues los iguales no tienen necesidad de construir la unidad que ya tienen y que solo se cuestiona, se transforma y produce nuevos avances, cuando hace crisis.
Es por eso que la cultura urbana es la vivencia de la diferencia aceptada y Positivamente valorada. Por eso, la cultura urbana se constituye en base de la convivencia, y se diferencia de la cultura de la guerra que se basa en la exclusión, e invita no a respetar la diferencia sino a tomar partido, y a alinderarse con un bando. Esta última es una cultura que lleva la diferencia a un nivel pasional y fanático, produciéndose un alto irrespeto por el diferente, al cual no se le ve como complemento, sino como odioso contrincante.
Por el contrario, en la ciudad se hace posible que cada cual pueda pensar y comportarse como quiera, sin violar los límites que imponen unas normas básicas, y que nadie lo censure. De esta manera, la esencia de cultura urbana radica en el profundo respeto de la diferencia.

ANALISIS DE COLUMNAS DE LA REPUBLICA Y PORTAFOLIO

La columna de portafolio es titulada el sistema de salud actual y la columna de la república es titulada Aritmética y salud, por lo tanto es identificada con un tema en especial.


Comparando las dos columnas la de portafolio es un poco mas larga, pero a nivel general la columna no ocupa mas de una cuartilla y están ubicas en la sección de opinión.
La columna de portafolio esta conformada con un titulo y un subtitulo y la de la república tiene solo titulo. Por lo general en ambos periódicos, primero entra donde se encuentran los columnistas y allí sale su foto, su nombre y el titulo de la columna y después escoge uno de los columnistas y aparece el texto sin la foto del autor.
En las dos columnas se puede observar que hacen un comentario y valoran ciertos hechos, pero teniendo en cuenta que tienen un punto de vista diferente. En el caso de portafolio inicia argumentando con una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con unas estadísticas que al igual que en la columna de la república también son validas para poder argumentar la opinión del autor frente al caso de la salud.
En estas columnas se puede ver la visión particular del autor frente al tema de la salud, por otra parte, se observa que sustenta sus dichos con casos, cifras, datos reales y con problemas que afectan a la salud.
Considero que la columna es el género periodístico que analiza, interpreta y orienta al público sobre un determinado suceso con una frecuencia, extensión y ubicación concreta en un medio determinado.
Desde un punto de vista formal, las dos columnas tienen una serie de características básicas: extensión semejante, ubicación fija, libertad temática, espacio en la difusión, frecuencia, título genérico y un tratamiento tipográfico especial que la distingue del resto de contenidos de la página donde se incluye.
Es indispensable observar que en las dos columnas los columnistas escriben sobre asuntos conocidos en este caso la salud, pero a los cuales no se le ha prestado la debida atención y para hacerlo aprovecha algún suceso noticioso.
Creo que este género periodístico de opinión da lugar a un tipo de comunicación más personal, de menos formalidad que el editorial o el artículo, y que puede incluso proporcionar momentos de recreación.
Escribir una columna no es tarea fácil. Requiere conocimiento del tema, pero también habilidad para proyectar una personalidad fuerte y atraer al público, simpatizar con él y mantener su atención.
Los columnistas gozan de amplia libertad temática para expresar sus puntos de vista, para defender una postura y para censurar el comportamiento de las personas y de los grupos sociales.